domingo, 15 de mayo de 2016

Loneliness and fear


  Amor, ¿me escuchas?


  Soy yo, a la que llamabas "princesa" cada madrugada. Esa que, según tú, era la protagonista de tus dulces sueños. A la cual robabas besos entre cada comida que realizabas, y la que te decía "te quiero" cada vez que con fuerza la abrazabas.


  No te vayas, por favor, lucha. Como si no hubiese mañana, que realmente dudo que lo haya si tú no consigues salir de esta.


  Por favor, vida mía, aguanta. Coge aire, échalo, vuelve a cogerlo, vuelve a echarlo. Pronto podrás deshacerte de todos estos tubos, y podremos irnos a vivir juntos como siempre quisimos. Comprar una casa cerca de la playa para, así, bañarnos desnudos mirando la Luna. Tener hijos, miles y miles, que tengan tus ojos y tu sonrisa.


  ¿Me oyes? Sé que puedes hacerlo, que puedes escuchar mi voz. Los médicos me han dicho que te hable, que tal vez sentir emociones te ayude a despertarte. Y eso hago, aún con miedo de parecer loca hablándole a alguien que apenas puede escucharme, a una persona que está entre la vida y la muerte. Pero no voy a desistir, sé que puedes sobrevivir y ser feliz.


  Estoy hasta las narices de dormir en un sillón incómodo al lado de tu cama, y no veas como me molesta estar hablando contigo y escuchar un "pi" cada cierto tiempo. Pero sigo aquí, cebándome a comida sin sabor en la cafetería del hospital, intentando mantenerme despierta el máximo tiempo posible a base de cafés con sabor a plástico.


  Nadie viene a verte, nadie puede suplantar mi puesto de vigilarte. Pero me da igual, quiero controlarte las veinticuatro horas del día durante los doce meses de cada año que puedas estar aquí. No quiero irme, a la mierda el trabajo, el dinero, y cualquier otro estímulo que pueda relacionarme con el exterior. Ahora sólo somos tú, yo, y tu vida, la cual parece que ya no depende de ti, sino de lo cruel que puede ser el destino.


  Destino... Que irónico hablar ahora de él, cuando generalmente le agradecíamos el simple hecho de habernos encontrado.


  Te echo de menos, no sabes cuanto. Las ventanas de esta habitación en vez de ayudarme a respirar, siento que me ahogan más y más. Y sólo tengo claro que, si tú te vas, yo me voy contigo, porque estoy segura de que una vida sin ti sería como una muerte pero respirando.


  Por favor, por vigésimo cuarta vez, quédate. No me abandones en un mundo donde la crisis, la pobreza, el miedo y la soledad vayan a acabar conmigo. Sé que somos ambos fuertes, pero tú lo eres más que yo. Así que aguanta, sólo hazlo.


  Maldita sea, ¿por qué se escucha un "pi" tan largo ahora?